viernes, 15 de marzo de 2013

Otra gaffe más

En su afán por demostrar las bondades del modelo, la Presidente se está pareciendo más a Jorge Hané presentando su diurético adelgazante que a un Jefe de Estado realizando tareas institucionales que le competen.

Hace un par de días, en otra de sus apariciones como publicista profesional para presentar un plan llamado "Argentina Innovadora 2020" en el que resalta la producción de algo que es parecido a la papa pero que no es papa si no que es el yacón (Smallanthus sonchifolius), cometió el error de mencionar una incoherencia: 
"La diabetes es una enfermedad de gente de alto poder adquisitivo"

La enfermedad en cuestión, en muchos casos es congénita. No tiene nada que ver la condición socioeconómica del afectado ya que constituye un trastorno metabólico y no un virus o bacteria en particular. En otros casos, se puede contraer debido a eventos tales como mala alimentación o malas condiciones de vida. 
Citando a Wikipedia (Diabetes Tipo 2):
"Las bases genéticas y moleculares de la diabetes mellitus tipo 2 siguen estando poco definidas, pero se sabe que esta enfermedad se debe en su base a factores genéticos (concordancia en gemelos monocigóticos del 69-90% frente al 33-50% en la diabetes mellitus tipo I y en gemelos dicigóticos de 24-40% frente al 1-14% en la diabetes mellitus tipo 1) aunque estos están estrechamente relacionados en cuanto a su grado de expresividad con los factores ambientales ligados al estilo de vida como pueden ser el sobrepeso, la ingesta exagerada de alimentos, la relación de polisacáridos de absorción rápida o de absorción lenta consumidos, la actividad física realizada o la edad".
Si Cristina solo hubiese dicho que la enfermedad tiene que ver con las personas que comen mucho y mal, el hecho, a lo mejor, pasaba a la historia sin pena ni gloria. Pero solo de la retorcida lucha de clases que tiene en la cabeza pudo salir la idea de que los ricos pueden comen mucho y mal, además de ser víctimas del sedentarismo.
Nada más lejos de la realidad: en los barrios pobres, el sedentarismo es tan alto como el de un oficinista o empresario adinerado, con la diferencia de que la calidad en la alimentación de la gente en tales condiciones de vida es inferior, y la posibilidad de realizar deportes y actividades ociosas disminuye considerablemente. 
Ese pequeño dato, es la diferencia entre decir algo lógico y una paparruchada que te pone en un lugar de ignorante.  

Una persona con mayores recursos tiene más posibilidades de prevenir la enfermedad. También cuenta con mayor solvencia a la hora de afrontar los gastos en caso de contraerla. Pero eso no significa que sea más propensa a tener diabetes. 

En fin, un Presidente no debería demostrar su ignorancia de ese modo ante las cámaras. Es posible no conocer cuestiones básicas acerca de algún tema en particular, no somos perfectos. Pero lo de Cristina es inadmisible.

El error principal de la Jefa de Estado, es el de hablar prácticamente a diario acerca de temas cuasi cotidianos (mejor dicho, de boludeces). Hechos de importancia vital, como presentar el llamado a licitación para la construcción de cloacas,  la construcción de 20 viviendas básicas, el otorgamiento de 200 créditos para jubilados, algún sorteo del plan PRO.CRE.AR. (al mejor estilo Riberiito) o presentar un plan de producción de un tubérculo  no se corresponden con las tareas institucionales del Presidente (1).   

Por inercia, hablar tanto (al pedo) lleva a cometer errores como el citado en esta entrada. Si se trata de un asunto intrascendente es posible que enerve los ánimos de cierto grupo de personas (en este caso los diabéticos). El problema se puede volver grave si la palabra incide sobre las expectativas de los agentes (2)
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1) Imaginemos a Barck Obama ocupando micrófonos para informar la reparación de cloacas en la 5ta Avenida o la compra de patrulleros en Springfield. Esto en realidad es imposible ya que Estados Unidos es un país federal.

2) La omisión de la palabra también tiene sus costos: Ni Cristina ni los funcionarios admiten la mayoría de los problemas que aquejan a la economía. Esto produce un reacomodamiento en las expectativas de los agentes. Si usted le pregunta a cualquiera si cree que el actual Gobierno va a solucionar el problema de la inflación, el 95% va a responder "no".

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