miércoles, 26 de febrero de 2014

En el mundo del revés

Los últimos sucesos acaecidos sobre Venezuela nos dejan mucho que pensar.

La situación del país bolivariano es muy sencilla: llegaron al final del camino. Ese mismo camino que llevamos por estos pagos, pero con diferentes matices políticos.

En materia económica, los venezolanos están asolados por la inflación y el desabastecimiento de insumos y productos básicos, luego de años de bonanza en los precios de las commodities que exportan y producto de años de populismo. En simples palabras: se gastaron el stock y no generaron flujos. Sumemos a la inseguridad como uno de los ejes centrales de la protesta. Cualquier similitud con lo que pasa acá en Argentina es pura coincidencia. 

Tarde o temprano, cuando empieza a sentir el rigor de la escasez, el público "acostumbrado a lo bueno" se te revela. El Gobierno de turno puede reconocer el error y trata de subsanarlo. También puede perder las elecciones a manos de quien tenga mejor capacidad de solucionar el problema. O puede optar por negar los problemas y repartir palos a quienes no estén con el modelo.

Se equivoca la gente al sostener que nuestro gobierno se asemeja al del comandante Chavez, con continuidad por parte del papanatas de Maduro. Los orígenes son diferentes. Mientras que en Venezuela el chavismo es de origen militar, acá nuestro gobierno es de origen peronista, cuyo movimiento fue fundado por un milico, pero sus actuales dirigentes son civiles comunes y corrientes. Kirchner ganó las elecciones legítimamente y se ganó al pueblo encarcelando a militares imputados en lo que respecta a los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura. El peronismo tiene el pragmatismo suficiente como para mutar ante situaciones clave. Si hay que ser neoliberales para conservar el poder, así se hará. Si hay que volver a los orígenes estatistas del movimiento, eso será lo que suceda. 

Mientras que los venezolanos pueden pasar por alto la represión de su gobierno, un eventual revuelo aquí, significaría el final del gobierno K. Acá hicieron política y ganaron votos con supuestos avances en materia de derechos humanos, repudiando el autoritarismo. En Venezuela no.

Llama la atención la falta de tacto por parte del gobierno bolivariano. ¿No era más fácil dejar que los opositores protesten y hacer caso omiso de las demandas de esos ciudadanos? Meter preso a Leopoldo López no solo deja mal parado a Nicolás Maduro, si no que sirve en bandeja la versión bolivariana del 17 de Octubre argentino. Maduro debería leer un poco de historia latinoamericana. 

Mientras el Presidente de Venezuela insiste con su "formato de golpe de Estado", las fotos subidas por los propios manifestantes a twitter y facebook muestran más un formato de cacerolazo de clase media argentina que el de tanques y militares entrando al palacio de miraflores con ansias de echar Maduro del gobierno. 
Mientras Luisito D´Elía compara la marcha estudiantil venezolana con los tanques de Pinochet entrando al palacio de la moneda en Santiago de Chile para sacar a Salvador Allende del gobierno a cualquier precio, las crónicas diarias retratan a funcionarios del SEBIN y grupos de choque del chavismo disparando contra la población civil desarmada, en un intento desesperado por amedrentar a las multitudes opositoras. 

Tampoco es comprensible el discurso de Maduro, cuando llama "fascistas" a los estudiantes y demás que protestan. Quien cuenta con las fuerzas policiales, el ejercito, la guardia bolivariana, los grupos de choque paramilitares y todo el aparato Estatal de control es el gobierno de Maduro. 
El Fasci italiani di combattimento, fue un movimiento fundado por Benito Mussolini que tuvo su apogeo en la posguerra mundial, cuyas bases se parecen demasiado a las del gobierno bolivariano. Nacionalismo, populismo, estatismo, corporativismo y represión son las claves principales del fascismo. No difiere mucho de lo que es el chavismo en Venezuela. 

Se puede confirmar esta idea comparando lo sucedido durante las protestas locales de 2008 hasta el 8A del año pasado. Al kirchnerismo no le gustó un carajo que la mitad del país saliera a la calle. Pero se portaron como unos duques. En Venezuela, la clase media y los estudiantes salieron a protestar con las mismas intenciones, pero resultaron atacados por el aparato estatal bolivariano.

Lo más grave de todo: tanto el gobierno argentino como el resto de los hipócritas miembros del Mercosur dieron muestras de apoyo a Maduro en la volteada, justificando la represión como mecanismo de "defensa de la democracia". O sea: durante el 8N, 20A, etc corrimos el riesgo de que el gobierno nacional y popular apaleara a las multitudes de clase media que se quejaban de la inseguridad, la corrupción y la inflación, pero zafamos por que sabían que no tenían margen para semejante desquite. 

Es lamentable escuchar a gente (la minoría) con criterios tan disimiles al momento de emitir su opinión. Por un lado, justifican la represión del régimen chavista amparándose en la célebre excusa de "defensa de la democracia" y por el otro, si les preguntas que opinan de la represión durante diciembre de 2001 en pleno quilombo, te miran espantados y no la justifican del mismo modo (es imperdonable la represión estatal!). 
Dicen detestar los métodos represivos de la dictadura de derecha, pero hacen la vista gorda cuando quien hace lo mismo es un gobierno autodenominado de izquierda. En el primer caso se reprime al pueblo. En el segundo se defiende el orden democrático. 

Distinto es el deseo que muchos dirigentes "democráticos" expresan sin ningún impedimento cuando mencionan que "deberían fusilar a fulano o encarcelar a mengano" para defender la democracia. Un pibe de "La Cámpora" que dice defender la democracia (y que se la cree) seguramente desea con el alma el fusilamiento de Magnetto y todo el staff periodistico de TN.
Según D´Elía la derecha mata ¿Por eso hay que combatirla matando?

¿Cómo justifica Hebe de Bonafini la detención ilegal de estudiantes por parte del régimen chavista, de los cuales -según denuncian familiares- no se sabe nada? (ergo: son virtuales desaparecidos)

La democracia implica comerse el garrón de que parte del público te proteste. No digo la mayoría, si no una parte. Hay algunos que creen que significa eliminar enemigos y disidentes y que todos estemos de acuerdo. Hay algunos demócratas que todavía creen que ganar las elecciones implica someter a quien no votó al gobierno de turno. 

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