lunes, 29 de agosto de 2011

El Quincho de Pablo, más vivo que nunca

La asistencia plena al Quincho merece un post. Así como este quincho virtual no es muy frecuentado, el verdadero quincho, que le dio el nombre a este espacio, fue durante el pasado fin de semana, un hervidero de economistas, futuros economistas (y recontra futuros, como yo), y profesionales de otras áreas disertando acerca de temas academicos (y otros no tan academicos).


 




Hay que destacar la ausencia de un par de miembros del grupo: el señor L.I. o Lucho I, que ya nos tiene acostumbrados a respuestas del tipo: "no puedo, hoy me junto con mis amigos", y el Alemán N, que a pesar de no tenernos acostumbrados a negativas, tuvo que viajar a Baires.

PD: ¿Alguien se juega con un posteo? De lo contrario, voy a tener que publicar mi analisis exhaustivo de ésto que sucedió hace algunos días

lunes, 15 de agosto de 2011

Multipartisimo, Bipartidismo o Partidismo: con cual te quedas?

Las ultimas Elecciones Primarias, al margen de que la Presidenta haya sacado mas o menos votos en detrimento de la desarmada Opo, para mi, dejan alguna que otra conclusión un poco mas profunda que otras (como el egoísmo de la oposición, los metodos del gobierno, o alguna que otra trampa oficial que algo de influencia tuvo en el resultado final).

Una de ellas, se basa, en la aparicion del Frente Amplio Progresista (FAP) que llevó a Binner como su precandidato presidencial y que logró un aceptable 10,57% (y que ahora se arrepiente de no haber juntado a todos).

Confieso que todo esto, se me ocurrió en base a declaraciones del propio Binner o de gente allegada a Juez, Proyecto Sur y todo lo que se considere Progresista y por sobre todo por declaraciones televisivas de Victoria Donda antes y despues de las elecciones santafesinas.

Yendo al grano, la pregunta es: que es mas conveniente y hacia adonde vamos ¿Un sistema Bipartidista? ¿Uno Multipartidista (como el que propone la progresia nacional) ¿O preferimos una "democracia del partido dominante" (tal como la que afecto al Mexico, con el PRI gobernando durante 80 años)?

Lo que yo veo, es que vamos camino al problema mexicano, pero con una sarta de dirigentes declarando que "le metieron una cuña al bipartidismo" (en cordobés), cuando en realidad ayudaron al partido mas poderoso (al PJ).
Sucedió en Cordoba: José Manuel de la Sota, ganó las elecciones, gracias a esa "cuña" que solo se ocupa de dividir y destruir a los no peronistas. Mientras que Juez y Aguad, dividen la mayoría de los votos, en partes casi iguales, al candidato Justicialista con solo mantener la mayoría de los votos cautivos y sumar a una pequeña franja independiente, le alcanza para ganar una elección. En otras provincias, es grosero y no vale la pena entrar en detalle (de esos sesenta y pico % que obtiene el PJ, luego de que la policia provincial haya matado 4 tipos en una manifestacion) A nivel nacional, creo que sucedió lo mismo, pero con mayor apoyo hacia el partido dominante. Con un 50% ahora el gobierno y 6-7-8 si pueden jactarse de decidir en nombre de "las mayorias populares": el partido gobernante, con dinero, poder y votos cautivos (pero con poco plan para administra correctamente los recursos nacionales), contra una liga de Amateurs con ideas mas o menos parecidas, generalistas y difusas. Con un 40% de los votos + el 10% cortesía de la ultima reforma constitucional (si ya se, el pacto de Olivos, pero antes no habia ni siquiera balotaje, y el PJ iba a lanzar la reforma "a piacere" de todos modos), con una módica primer minoría (que en cualquier democracia, no te alcanza para ser "mayoría") te alcanza para ser gobierno sin necesidad de darle bola al 60% del electorado que no apoya al ganador.

En base a lo que se dijo, creo que los dirigentes progresistas preocupados por destruir el bipartidismo, no solo lograron su objetivo, si no, que también se perjudicaron ellos mismos. Para que los postulados de Luis Juez funcionen realmente, no solo hace falta dividir al electorado "no peroncho". También hay que lograrlo con el PJ. Mientras esto no suceda, se beneficia quien mantiene intacta su cantidad de votos. La noble idea de acabar con las manos levantadas "por defecto" en cualquier camara legislativa o con la falta de consenso propia del bipartidismo, se termina abrubtamente, cuando no se desarticula el sistema por completo.

Ahora, como muchos dicen y me "gastan", la UCR no existe. Pero ninguno de los otros partidos "renovadores" está en condiciones de superar el techo de la "dignidad" de un 10% "con dos meses de campaña". O con doscientos: si Binner tuviera un año mas de campaña, a lo mejor se estire al 13% o 14% en detrimento de Alfonsin y no de Cristina, que es el rival a vencer. En este momento, los opositores son como 100 corvinas peleandose por una lombriz, para que despues venga el Tiburón y se las devore de un bocado.

Paradojicamente, el ejemplo a seguir para desterrar el bipartidismo es el de la provincia de Santa Fe (que como vienen las cosas, va camino a desangrarse y terminar como el ACyS de 2009), del cual se benefició el todavía gobernandor Binner. O sea: que haya varios partidos, pero que se reduzca la oferta electoral. En una palabra: Acuerdo.

Para ir terminando: el escenario ideal de Juez, Proyecto Sur o el Socialismo, debería ser el de 2009. El de 2011, termina destruyendo a uno de los partidos centenarios, pero fortaleciendo al otro... Pero, otra vez el egoísmo pudo mas que la racionalidad: en un primer estadio, la UCR, por estructura territorial, iba a reclamar mayor protagonismo que los partidos nuevos y pequeños. Los amantes del multipartidismo querían la posta de entrada, y no, en un segundo o tercer estadio. Para que el sistema propuesto por los "progres" no peronistas, funcione, todos los candidatos deben tener parecida intención de voto y poder de negociacion con otras fuerzas para poder triunfar en Balotaje (por que seria estupido postular un sistema multipartidario, pero pretender ganar en primera vuelta) y para poder gobernar. Ahora, si solo un sector de la politica se parte en mil pedazos, mientras que la otra parte permanece sólida, sigamos como estabamos antes, que al menos podíamos aspirar a una alternancia en el poder.

Mientras tanto, la realidad indica que la oferta electoral para la elección general, no va a cambiar demasiado. Se parece demasiado al Oligopolio de la empresa dominante y la curva de demanda quebrada.

Bienvenidos a la Democracia del Partido Dominante(1): salimos de Guatemala para entrar en Guatepeor.

PD: la historia de JD Peron, parece interesante.
(1) Tendremos Cristina, 6-7-8, Futbol para Todos, etc, por mucho tiempo.




lunes, 8 de agosto de 2011

Capítulo 1: (? - 1913)

Durante el período de la colonia española la ciudad de Buenos Aires era ya una urbe cosmopolita. El censo de 1778 mostraba que, sobre una población de 24.205 habitantes, 15.719 eran blancos, es decir criollos, españoles o europeos; sólo había 7.268 negros o mulatos y 1.218 indios o mestizos. En las ciudades mediterráneas de la zona norte del territorio del Río de la Plata, más próximas al Alto Perú, como Córdoba, Tucumán o Salta, la proporción de habitantes solía invertirse: había una mayoría de indios o mestizos; luego venían los negros y mulatos, y los descendientes de españoles o europeos eran minoría.

Con posterioridad a la guerra de la independencia, que se extendió desde 1810 hasta 1824, continuaron llegando algunos europeos al Río de la Plata y, en particular, a Buenos Aires. Pero fue recién con la sanción de la Constitución Nacional de 1853 cuando el fomento de la inmigración se convirtió en una política de Estado. Los constituyentes argentinos, inspirados en las ideas del talentoso escritor Juan Bautista Alberdi, quien en su libro Las Bases expresara gráficamente que “gobernar es poblar”, incluyeron una cláusula en la Carta Magna para obligar al Congreso a promover la inmigración europea.

En Europa se publicaban avisos en los diarios, supervisados por un comisario de Inmigración, anunciando que la Argentina recibiría generosamente a quienes desearan venir, y que dichos extranjeros, de acuerdo con la prescripción constitucional, gozarían de todos los derechos cívicos propios de los ciudadanos nativos. A partir de ese momento los inmigrantes europeos empezaron a fluir en forma muy intensa hacia el país. Miles y miles de personas, la mayoría de Italia y España, pero también de otros países de Europa y de Medio Oriente, llegaban al puerto de Buenos Aires, donde un Hotel de Inmigrantes los albergaban hospitalariamente por unos días y desde allí salían a ganarse la vida y ubicarse en un suelo fecundo y generoso.

Tanto la capital como las principales ciudades se animaron con la presencia de un enjambre de individuos –principalmente varones- que circulaban por calles y avenidas trabajando, ofreciendo servicios o mercaderías, o directamente marchaban hacia los campos para ampliar las fronteras agrícolas de la pujante nación.
Algunas familias tradicionales de la Argentina se resistían a aceptar plenamente a los nuevos inmigrantes, por considerarlos una suerte de invasores que, con su castellano de acento peninsular o teñido de pintorescos dialectos italianos, y hábitos cosmopolitas y diferentes, venían a alterar las costumbres ancestrales de los habitantes ya largamente arraigados. Terratenientes de origen vasco, como los Anchorena y los Álzaga, o castellanos como los Alvear, a fines del siglo XIX formaban parte de esa aristocracia local que, en algunos casos, menospreciaba a los extranjeros de colorido lenguaje y escasa educación.

Fue la primera mitad del siglo XIX cuando llegó al suelo argentino un genovés llamado Tomás Marius Perón, quien en 1831 se casó con Ann Hughes, una inglesa que había arribado seis años antes con su familia en el buque Pacific. El padre de Ann era un carpintero de Kent, integrante, con su mujer y sus cuatro hijos, del contingente humano que, financiado por John Beaumont y auspiciado por Bernardino Rivadavia, debía poblar unas colonias agrícolas que se establecerían en Entre Ríos y San Pedro. Como la iniciativa finalmente fracasó, los Hughes y los otros inmigrantes británicos se dispersaron por Buenos Aires para sobrevivir como pudieron.
El hijo mayor de Tomás Marius y Ann Hughes, Tomás Liberato Perón, estudió medicina y fue ayudante docente de química. Al graduarse de médico se le adjudicó mediante concurso la cátedra de medicina legal, pero debido a que sus oponentes gozaban de gran renombre y autoridad los estudiantes, en la primera clase, resolvieron hacerle el vacío, hasta que otro profesor, José María Bosch, los convenció de concurrir a las clases. Tomás Liberato se casó con una uruguaya de ascendencia vasco-francesa, Dominga Dutey, quien era viuda en primeras nupcias de un individuo de apellido Martinera.
Pese a la subestimación de las familias tradicionales hacia los recientes inmigrantes, Tomás Liberato logró ocupar un lugar de cierta predominancia en la sociedad local, fue legislador provincial y propietario de una quinta en Ramos Mejía. Prácticamente no ejerció la medicina y se enfermó a los cuarenta y cinco años, por lo cual el diputado nacional tucumano Delfín Gallo logró que se le otorgara una pensión, aduciendo que se encontraba en estado de pobreza.


El matrimonio de Tomás Liberato Perón y Dominga Dutey tuvo cuatro hijos. El mayor, Mario, resultó un muchacho vago e inconstante que empezó a estudiar medicina, pero no deseaba continuar la carrera ni mostraba espíritu de superación.
Con el ánimo de encarrilar a su hijo, Tomás Liberato habló con su amigo el doctor Eulogio Del Mármol, que poseía la estancia La Porteña en la zona de Lobos, y le pidió que le permitiera ir allí para desempeñar algunas tareas.
Mario partió hacia el lugar, que hasta un par de décadas antes era un territorio de frontera entre el país de los indios y el de los cristianos. Trabajó en el campo de la familia Del Mármol, cubrió algunas otras faenas rurales e incluso administrativas (fue ayudante del juez de paz) entre las áreas del Lobos y Roque Pérez y, en una oportunidad, conoció a una muchacha que desarrollaba quehaceres en las casas vecinas. Se llamaba Juana Sosa y era aborigen tanto por su padre, que venía de Santiago del Estero y habría tenido sangre quechua, como por su rama materna, que sería tehuelche. Juana poseía la cabeza ancha y los pómulos salientes propios de esta última etnia.
En 1891 la pareja tuvo un hijo al que llamaron Mario Avelino y que fue anotado en el Registro de Lobos como “hijo natural de Juana Sosa, de diecisiete años, soltera”. Mario y Juana continuaron su relación y, pese a la inestabilidad y a los continuos viajes del hombre, llegaron a cohabitar en una humilde vivienda en las afueras de Roque Pérez. Esta sencilla construcción se hizo sobre un terreno que Mario compró y puso a nombre de su compañera. Tuvieron un segundo hijo, al parecer en 1893, pero que recién fue anotado por su padre el 8 de octubre de 1895, bajo el nombre de Juan Domingo Perón, “hijo natural del declarante” y sin mencionar los datos de la madre.
En enero de 1898 Juana  Sosa hizo bautizar a su hijo “Juan Domingo Sosa” en la parroquia de Lobos y lo inscribió en la iglesia como nacido el 8 de octubre de 1895.
Es decir que el niño Juan Domingo, inscripto en el Registro Civil de Lobos por el padre que no mencionó a la madre, fue bautizado por una madre que lo registró con su apellido, sin nombrar al padre.

El pequeño, además de sus confusas e incompletas anotaciones en los registros, debió afrontar otra carencia: su madre empezó a servir como “ama de leche” para una familia de Lobos, por lo cual debía viajar hasta allí cotidianamente y a veces se quedaba a dormir. Aunque Juan Domingo, de acuerdo con las costumbres de los tehuelches, fue amamantado hasta los cinco años, vivió el haber tenido que compartir el seno materno como un “despecho”. Solía correr detrás de su madre con un banquito, para sentarse junto a ella y poder mamar tranquilo. Los vecinos lo miraban con simpatía y lo llamaban “Sosita”.
Mario volvía periódicamente a Buenos Aires y vivía en casa de su madre (su padre había muerto en 1889), pero no le mencionaba la convivencia con Juana Sosa ni la existencia de los dos hijos. Temía que Dominga censurara la relación, por el hecho de que Juana era humilde sirvienta, de sangre indígena, y de quien incluso se afirmaba que había sido una “muchacha fácil”.

En algún momento la madre de Mario se enteró de esta relación y de la existencia de los dos niños criados en Roque Pérez y, contrariamente a lo que el muchacho esperaba, Dominga impulsó a su hijo a casarse y legitimar a sus criaturas.
Así, en el Registro Civil d la Capital Federal, el 25 de septiembre de 1901, se celebró el casamiento de Mario Tomás Perón, de treinta y tres años, soltero, domiciliado en Azcuénaga 214 de Capital, y Juana Sosa, de veintiséis años, soltera, domiciliada en Lobos, quienes en ese mismo acto reconocieron como hijos suyos a Mario Avelino y a Juan Domingo Perón.
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